Dolors Bonella, la Moños inmortal
- memoriasbarcelona
- 13 abr 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 abr 2020

Beatriz Narros
Principios del siglo XX, una residente del antiguo Barrio Chino que se convirtió en icono, emprendía su habitual trayecto desde la desaparecida Calle de la Cadena (actualmente Rambla del Raval), girando dirección Calle Hospital y atravesándola hasta llegar a las Ramblas. Una mujer de cabello canoso, vestimenta estrafalaria, mirada enajenada y con paso nervioso. Siempre portando su imperturbable sonrisa. Dolors Bonella i Alcázar, la Moños.
-Buenos días, Lolita. Qué guapa vas hoy.
Lola se abanicaba enérgicamente su agradable y castigado rostro de “cutis blanco”, “labios rojos” y “vestido chillón” como cantaba Rudy Ventura en la canción que en 1960 le dedicó, "Recordant la Monyos". El trompetista y vocalista barcelonés la definía en su último verso como “la Moños inmortal”.

En las ahora vacías Ramblas de Barcelona se situaba gran parte de la historia de este personaje. Mireia Ros fue la directora que en 1997 llevó a la gran pantalla “La Moños”, interpretada por Julieta Serrano que fue ganadora de un Goya en esta edición de 2020, y afirmaba en una entrevista para betevé que “Las Ramblas y la Moños van unidas”. Declaración que coincide con la figura de este personaje en el Museu de Cera de Barcelona junto a un puesto de flores. Ramblas y Moños.
-Toma Lolita, una flor -decían en el puesto de las carolinas.
Dolors adornaba con el clavel rojo regalado su peculiar y característico moño, origen de su apodo. Era un personaje de la calle que vagaba por la ciudad. Víctima de una tragedia desconocida que la llevó a ser un espectro de quien fuera algún día, según destaca el escritor y periodista Genís Sinca en “Genis de Catalunya”. Era habitual verla cantando y completamente absorta en su locura sin rumbo.
-Señorito ¿quiere que le cante una canción o le recite un verso? – Bonella, que recogía limosna y recibía galantes piropos de los barceloneses que la apreciaban, era de origen incierto.

Se dice tuvo un hijo que murió atropellado por un carro de caballos. Otra de las teorías es la que lleva al cine Mireia Ros, donde el personaje es una costurera y criada que tiene una hija con un joven de familia adinerada que le arrebata a la recién nacida. En ambas versiones la pérdida de una criatura es el foco de su locura. Lolita fue testigo, además, de cómo llevaban su historia al Teatre Circ Barcelonés donde se la representaba como una joven de la aristocracia que enloquece a causa de una desgracia amorosa. Al final de la obra aparecía en escena la propia Dolors Bonella i Alcázar y poco se cuestionó a aquellos que de su tragedia sacaron beneficios. En todo caso, la Moños se convirtió en una iconografía de principios del siglo XX y como afirmaba Genís Sinca en 2013 para La Xarxa: “la calle, por desgracia, está llena de Moños”. Y si algo es completamente seguro es que esta abstraída y simpática anciana tuvo un gran impacto en sus tiempos.
Antonio R. Dalmau concluye en Tipos populares de Barcelona de 1945 que “se forjaron mil leyendas” alrededor de su pasado. Esta tal vez sea la afirmación más correcta, pues qué se conoce de los personajes populares si no leyendas y habladurías. Una película, varias obras de teatro, una figura en el Museu de Cera de Barcelona, una canción, un restaurante llamado “La Monyos” en la Calle Muntaner y hasta una figura autómata en el Tibidabo encontramos de este personaje del que se ha hecho tradición. De esta anciana con pasado desconocido, además, se hace célebre la frase “eres más famosa que la Moños”.
En las ahora desoladas Ramblas de Barcelona caminaba con paso nervioso y coqueta hasta que murió a finales de 1940 en el Hospital Marítimo de Barcelona (actualmente Hospital del Mar), a sus 89 años, Dolors Bonella i Alcázar. Su funeral fue todo lo contrario a su trágica vida y se desconoce quién se hizo cargo de la ostentosa despedida a Lolita. La Moños inmortal.
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